sábado, 7 de abril de 2012

Hasta el cielo con ella

Redobles de tambor que te atraviesan las entrañas, toperas de incienso dignas de un CoffeeShop holandés y ríadas de lo que parecen ser miembros del Ku Klux Klan invaden las calles... sí, ha llegado la Semana Santa y en JUANJO DICE haremos una radiografía de una de las fiestas por antonomasia del calendario español.

Típica procesión en Oklahoma

Es septiembre, y sales a pasear tranquilamente por la calle. A lo lejos escuchas una melodía de este estilo y sabes que la Semana Santa se acerca:


Porque la Semana Santa es como la Navidad en el Corte Inglés, cada año llega antes.

Trátase Semana Santa del súmmum de las fiestas cristianas, la rave de Dios. El domingo de Resurrección representa para los creyentes el culmen de su fe y eleva a Jesucristo a algo más que un hippie barbudo del siglo I que traía de cabeza al Imperio Romano.
Es lógico pensar, pues, que tras un año de devoción qué menos que montar una fiesta tóguapa con desfiles coloridos, carrozas y música (aunque esta descripción bien podría aplicarse también al Día del orgullo gay).
Pues aquí viene la primera gran contradicción de la Semana Santa: ¿cuántos de esos costaleros, penitentes, cornetas etc. acuden a misa más de dos veces al año?
Parroquias cuya clientela tiene una media de edad superior que la plantilla del Levante UD y seminarios más vacíos que un concierto de Javián de OT1 contrastan con las hordas de gente, desde niños de teta hasta ancianos en silla de ruedas, que se aglutinan en torno a sí las chorrocientas mil cofradías que pueblan la península ibérica.

Llama la atención especialmente la aparición de los llamados capillitas tal y como los define la Frikipedia:
http://www.frikipedia.es/friki/Capillita

Son éstos la tribu urbana por excelencia de la Semana Santa. En el camino que lleva a la Semana Santa, esas bandas que dejamos ensayando en un aparcamiento a mediados de septiembre comienzan una gira de conciertos digna de U2 o los Rolling Stones y editan CDs. CDs que en febrero-marzo van a parar a la guantera de los coches de los capillitas y en sus radiocassettes las marchas semanasanteras comienzan a sustituir a la vaina loca, los rayos de sol y toda esa mierda reguetonera que suena durante el resto del año.
Comienzan a aflorar al mismo tiempo el resto de componentes de lo que he dado en llamar el kit del capillita compuesto entre otros por patillas de señorito andaluz, polos con cuello de bandera de España y pulseras pijofláuticas a lo Sara Carbonero.

Kit básico para capillitas principiantes

El capillita está así preparado para vivir una semana de éxtasis desde el mismo domingo de Ramos.

Presentados algunos de los personajes más característicos de la Semana Santa, es hora de dedicarle unas líneas a la Semana Santa ciudadrealeña, declarada de interés turístico nacional (como otras 50 a lo largo y ancho de la geografía española, nada especial, vaya).

¿Cómo definir la Semana Santa de Ciudad Real? Mmmm. Dejadme pensar... Si tuvieseis que explicar a un extranjero qué es tuenti, ¿qué dirías? La copia española y cutre de facebook. Pues la Semana Santa culiparda vendría a ser el tuenti de las Semanas Santas, una copia autóctona y descafeinada de la Semana Santa sevillana (dándose además la casualidad de que las personas más activas en Semana Santa son también las más activas en tuenti) .

Ciudad Real ha vivido desde siempre en un complejo equilibrio entre el carácter recio y austero de Castilla y el jolgorio y la guasa andaluza. Por desgracia para nosotros, en lo que a Semana Santa se refiere, en vez de optar por una Semana Santa sobria, de recogimiento y oración como son las castellanas hemos recibido desde allende Sierra Morena los influjos de las procesiones andaluzas (influjos que han llegado depués de tomarse un café en Casa Pepe Despeñaperros, por supuesto). Unas procesiones que dejan a un lado el significado religioso para convertirse en espectáculo al más puro estilo Tele5 y que da lugar a situaciones esperpénticas como las que procedo a describir.

En primer lugar tenemos la iconodulia que degenera muchas veces en idolatría.
Manifiéstase esto de diversas maneras, a cada cual más sonrojante.

Ejemplo de ello son los gritos de "¡Guapa! ¡guapa!" que acompañan al paso de los palios de vírgenes. Muchas veces dudo de si las señoras que gritan eso están viendo la imagen de una madre al que le han matado a su hijo o un desfile de Victoria's secret.
Y ahora suelto una comparación de esas por las que luego mis detractores me critican: ¿os imagináis que a la entrada de los juzgados una panda de señoras gritasen lo mismo a la madre de Marta del Castillo? ¿no estaría eso totalmente fuera de lugar? Pues eso.

¡Guapa! ¡Guapa!

También podemos ver a comunistas varios  que critican durante todo el año la X de la Iglesia en la declaración de la Renta y que por estas fechas cambian el pin de la República por el medallón de la cofradía. Preguntados al respecto las respuestas suelen ser del tipo "Es que desde pequeño soy muy devoto del Cristo de Medinaceli". Pues sepa usted que el Cristo de Medinaceli es el mismo Cristo de la Caridad y el mismo Cristo al que veneran esos a los que usted ataca ardorosamente el resto del año. ¿O es que usted idolatra a la escultura cual fan de Iniesta venera las botas con que marcó el gol de la final del Mundial?

Tampoco pega mucho el ritmillo con el que bailan a los pasos. Así podemos ver desfilar unas escenas de latigazos, crucifixiones y lanzazos bastante gores con una coreografía propia del musical del Rey León. Aunque bueno, ya estamos acostumbrados a que un pasodoble sirva para acompañar igual una verbena de pueblo que una corrida de toros, es parte de la tragicomedia hispana.

Podría citar muchas más incongruencias debidas a la disociación entre símbolo y significado pero pasemos al esperpento número 2: el acento sevillano.
No conformes con copiar la estética sevillana, muchos de los capillitas comienzan a desarrollar un extraño acento y vocabulario andaluz, especialmente entre los capataces, uno de los elementos más admirados por los capillitas en la jerarquía procesionística.
Una admiración que se eleva hasta límites insospechados cuando el capataz es auténticamente sevillano. Para los que no estén en el mundillo puede decirse que la sensación que genera entre los capillitas la frase "Ese capataz es de Sevilla" es similar a la que produce "Ese profesor ha dado clases en Harvard" entre los universitarios.

Otra tradición heredada del acervo sevillano son los costaleros. De todas las formas que hay de portar un paso, ¿cuál era la que debía imponerse en la Semana Santa ciudadrealeña? Pues lo que se hiciera en Sevilla, claro, y no es otra que la de llevar los pasos a costal. Así, hace ya bastantes años se decidió quitar las ruedas a los pasos y reclutar una panda de capillitas enfervorecidos cual berserkers del siglo XXI para que se metieran en manadas de a 30 debajo de un paso para mayor honor y gloria de la cofradía
Esto me lleva a pensar en la típica frase de abuelo de "si tuvieran que cargar 200 kilos por obligación seguro que protestaban".

Y es que la Semana Santa tiene estas paradojas. En efecto, seguro que en condiciones normales nadie andaría durante 4 horas a ritmo de cojo o cargaría una tonelada sobre su chepa pero va a resultar que si hay algo de milagroso en ella, algo que lleva a que una persona que está de baja haga estos alardes físicos.
Para que luego hablen de estereotipos.

Terminaré aquí este artículo sobre Semana Santa, antes de que llegue el lunes de Pascua. Como siempre, podéis opinar sobre estos temas, aportar experiencias y/o compartir noticias.

¡Ah! Se me ha olvidado comentar lo que más me gusta de la Semana Santa... Que den vacaciones, por supuesto.

1 comentario:

  1. Cuando pensaba que algunos aspectos de la Semana Santa ciudadrrealeña estaban fuera de lugar, me encuentro con esto:

    Semana Santa de Alhama de Murcia 2012
    http://www.youtube.com/watch?v=H6iCLaV_MYg

    No comment.

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