En su lugar he optado por escribir algo sobre el tema de la semana, el cierre de Megaupload. Tal y como dicen @indiescabreados en Twitter hablar de Megaupload es mainstream y que a estas horas habréis escuchado y leído mil y una opiniones pero como usuario/difusor/creador de contenidos os debo una explicación y, como Pepe Isbert en Bienvenido Míster Marshall, esa explicación os la voy a dar.
En el principio de los tiempos ya hubo piratería. Dios creó a Adán y como no quedó satisfecho con su creación le robó a continuación una costilla para desarrollar una versión 2.0 a partir de él, Eva. Por desgracia esta nueva versión venía con un bug de programación que supuso la expulsión de la parejita del paraíso y los condenó a vagar por el mundo discutiendo en un antecedente claro de Pepa y Avelino.
Algún tiempo más tarde nació el lucro en la piratería. Noé construyó un arca y lo llenó de animales. A Ángel Cristo le pareció una buena idea y decidió hacer un espectáculo de ello y marcharse de tournée con sus leones, cebras, ligres y demás.
El verdadero rey de la selva: el ligre, mitad león, mitad tigre
Y así llegamos al momento actual, la época de los bits, los bytes, las cpu, el www, el mdma... En resumen, si la imprenta de Gutenberg en 1440 supusó la primera revolución en lo que a difusión cultural de refiere, la era digital ha puesto la posibilidad de transmitir la información al alcance de todo el mundo, desde el Catedrático de Derecho Romano de Harvard hasta el encargado de almacén de Frutas Pérez.
Y llegó así la polémica, porque ¿Qué información es la que compartimos en internet? ¿Qué es lo que realmente genera tráfico de descargas? ¿El inventario de Frutas Pérez o el último disco de Bisbal?
La respuesta parece obvia, y es esto lo que puso en alerta a escritores, músicos, cineastas... que vieron cómo su volumen de ventas bajaba año a año y cifras que antes suponían un fracaso ahora significan un éxito rotundo.
No obstante, conviene analizar cada uno de los campos artísticos por separado ya que cada uno presenta rasgos característicos que hay que observar con detalle:
- La música
Hace algunos años, la gira era un soporte para para promocionar un disco a fin de acercarlo al público y vender algunas copias más. Hoy en día, sacar un disco es un pretexto para salir de gira y tener algo nuevo que ofrecer sobre el escenario.
Así, la difusión de canciones y discos a través de la web han permitido al público conocer multitud de nuevos artistas y hemos visto cómo grupos marginales del underground más underground llenan salas de conciertos desde Malasaña hasta Villaretuerta del Pedraque.
Se trata simplemente de una evolución que ha molestado principalmente a las discográficas y a los diplodocus de la música.
En el caso de las discográficas, les ha molestado que un solo tipo desde su casa equipado con un ordenador pueda lanzar sus creaciones y que su mero talento sea suficiente para conseguir bolos a lo largo y ancho del planeta sin todo el márketing que ponen en juego las disqueras para vendernos a, por ejemplo, las Ketchup.
Los dinosaurios del negocio por su parte hace mucho que decidieron exiliarse en Miami y esperar a que su royalties llegasen periódicamente por lo que el hecho de dejar de vender sus "The best of", "Greatest hits"o "Recopilatorio definitivo" ha significado un duro palo. De hecho, se comenta que a Pepe Domingo Castaño casi le da un telele al saber que tendrá que hacer un millón de Tiempos de Juego más para amortizar los derechos de autor que está dejando de percibir por hitazos como "Neniña".
- Cine y series
Las entradas a precios astronómicos han alejado a los espectadores de las salas (yo hace tiempo que no entro a un cine y cruzo el umbral que separa el bar de las salas) y la gente prefiere ver una peli en calidad pésima, en latino y con cortes en su pantalla de 15 pulgadas antes que dejarse la mitad de su subsidio de paro en ir al cine.
Eso en el caso de las pelis americanas. En lo que a las pelis españolas se refiere, el público prefiere cortarse las venas antes que ver ni diez minutos de un bodrio de Isabel Coixet o Garci o una semiporno de Vicente Aranda o Julio Medem.
El caso es que los Ferraris, las mansiones de Hollywood y los M&Ms sólo blancos de las estrellas no se pagan solos y hay que amortizarlos.
¿La solución? Pues no lo sé, pero tal vez pasaría por pinchar la burbuja del glamour en la que viven los actores/actrices y pseudoactores/pseudoactrices que han "trabajado" duro para llegar a la cima (porque, como en el fútbol, por cada estrella multimillonaria que estuvo en el sitio adecuado y en el momento adecuado hay 10 actores frustrados que malviven haciendo mimo en la calle).
En cuanto a las series, decir que éstas viven de la publicidad que se emite en sus intermedios y que esos ingresos son proporcionales a la cantidad de espectadores que tienen. Internet ha dado la posibilidad de que alguien la grabe (como se ha hecho de toda la vida) pero que además la ponga a disposición de todo el mundo (cuando antes tan sólo la podías pasar a tu hermano, tu vecino o tu compañero de clase) brindando la oportunidad de visionarla en cualquier momento.
Esto ha dado lugar a fenómenos como el de Muchachada Nui, cuyos episodios eran vistos en directo por no más de 300000 personas cuando sus vídeos de Youtube recibían más de millón y medio de visitas. Resultado: la cancelación de la serie y miles de tuits pidiendo su vuelta... ¡pues haberla visto en su momento!
- La literatura
La piratería literaria tampoco es de ayer por la mañana. Generaciones de universitarios han fotocopiado libros tochos de Física, Mecánica de Fluidos y demás materias de gran entretenimiento y diversión. ¿Porque quién en su sano juicio se compra un librote de 60 euros para memorizarse un ejercicio de la página 287 que cae año tras año en el examen?
Pero seamos empáticos y pongámonos en el lugar del señor Feynman o del señor Tipler e imaginémos qué pensaríamos si nos hemos tirado un millón de horas escribiendo 500 páginas exhaustivamente revisadas por los editores para que luego llegue un señor reprógrafo y en 10 minutos te hace una copia y se gana 15 euretes por el servicio prestado... mmmm ¡cuántas horas perdimos en ese libro cuando podiamos haber estado tocando el piano (parece ser que todos los profesores de Física tocan el piano, lo podéis comprobar en la biografía que viene en la primera página)!
Además, la era digital ha parido un nuevo engendro: los ebooks (no confundir con los ewoks). Es este otro ejemplo de la época de positivismo científico en que nos hallamos, esto es, como es posible hacer algo y los conocimientos técnicos lo permiten, lo hacemos sin pensar en las consecuencias.
Lo de la izquierda es un ebook. Lo de la derecha,un ewok
Así que de aquí a unos años es posible que veamos a Ken Follet o Paul Auster haciendo live performances leyendo sus novelas para sacar algún beneficio de sus creaciones literarias.
- El software
Aún más curioso es el caso del software por ser un paradigmático ejemplo de la pescadilla que se muerde la cola. Se crea software para copiar software y software para evitar que ese software de copia de software funcione.
Total, que programadores y hacker se enfrentan en una batalla sin fin en la que un ejército profesional de 100000 tíos que pasan 10 horas diarias en el frente combate a un ejército amateur de 100 millones que dedican un ratillo a ponérselo difícil.
Y al igual que en las guerras reales se producen casos de transfuguismo y de dobles espías.
¿Y cuál es la dirección que tomará esta guerra en el futuro?
Pongamos un caso concreto. Imaginemos un caso de un juego de fútbol tipo Pro Evolution o algo así. Existen unos estudios con unas plantillas de trabajadores que pasan un chorrón de horas diarias aumentando sus dioptrías frente al ordenador para que con cada versión tengamos nuevos jugadores, equipos, estadios etc. cuyos derechos de imagen deben además ser religiosamente pagados por el estudio en cuestión. Entonces parece lógico que, aunque sea sumamente sencillo hacerse con el videojuego de manera gratuita por internet, pagásemos a fin de que cada entrega del videojuego mejorase.
Sin embargo, hay un foro de señores que desde su casa se dedican a utilizar los códigos del programa original para incluir todos esos extras de manera altruista sin pagar las licencias de los legítimos "tenedores" (Juanma Castaño dixit) de los derechos de imagen, los clubes de fútbol.
Consecuencia: Podemos obtener gratuitamente un software que mejora al original. ¿La decisión moralmente correcta? Está en las manos de los consumidores.
Presentados los casos, vayamos un poco más allá y entremos en eso que ya he comentado de modo somero: el afán de lucro. Porque tipos de piratería hay muchos, tantos como medios a piratear pero la cuestión moral más importante está en lucrarse o no lucrarse.
Por un lado tenemos a ese adolescente mangaka que quiere que sus colegas vean que ver Naruto no es de frikis (aunque todos sabemos que lo es) y por eso sube unos capítulitos a Series Yonkis y les pasa el enlace por Tuenti o ese fan acérrimo del Elche C. F. que quiere jugar con el equipo de sus amores en el Pro Evolution y diseño todos los equipos de Segunda División y hace un parche para que todos los de su peña ilicitana puedan jugar con él.
Y por otro lado tenemos al ya citado reprógrafo que, no contento con los ingresos que le genera fotocopiar DNIs y apuntes piojosos de universitarios, decide fotocopiar unos libritos al módico precio de 12-15 euros o al señor que programa un portalito de descargas y te cobra por una cuenta premium con la que decargarte gigas y gigas de cosas.
Y este último es el caso de Megaupload.
Como siempre, seamos sinceros y admitamos nuestras culpas. ¿Quién no ha bajado nunca algo de Megaupload? Es más, ¿quién no se ha bajado algo de Megaupload en la última semana? Debo admitir que Megaupload es una de las páginas que más visito, posiblemente sólo superada por JUANJO DICE (por supuesto), google, forocoches, y marca.com. Y lo que me descargo no son precisamente los apuntes de mis compañeros ni las fotos de las vacaciones de mi primo.
Así que no seamos hipócritas y asumamos que por cada megabyte de información propia o de amigos que nos bajamos, bajamos 10 megabytes de canciones, películas o libros cuyos derechos no nos pertenecen.
Y volvamos al debate del lucro. Si tu amigo se ha comprado un CD de Leonardo Dantés y de manera gratuita quiere grabártelo no hay problema. Posiblemente, hasta Leonardo Dantés se alegre de que 2 personas escuchen su música.
Pero si hay alguien que ha cobrado un dinero por actuar de intermediario (en concepto de suscripción, de publicidad o de lo que sea) esta claro que alguien se está aprovechando del trabajo de alguien y su comportamiento no es muy diferente del de las tan criticadas discográficas o distribuidoras cinematográficas.
Y está demostrado que el negocio de la piratería es precisamente eso, un negocio que genera pingües beneficios a los señores que han puesto "la nube" a nuestro servicio para que descarguemos todo lo descargable.
Basta ver el caso del padre de la criatura de de la polémica, Kim Schmitz, creador de Megupload.
No es Falete sin maquillaje, es el dueño de Megaupload
En resumen, se convirtió en uno de esos tipos que odias porque en el fondo les envidias.
¿Pero es lícita su fortuna? Sus defensores dirán que él sólo creó una herramienta para compartir archivos y que el uso que le den sus clientes no es culpa suya; pero sus detractores también podrán argumentar que, siguiendo esa lógica, el que inventó el rifle de caza tampoco tiene culpa de que con su herramienta se cometan asesinatos.
Cierro así el tema de la semana. Si alguien tiene algo que aportar, como se suele decir en las bodas, que hable ahora.
Me despido con un vídeo graciosete del sucesor simpático del Tito MC y que está directamente relacionado con esta polémica.
Un saludo a los señores lectores.







