Pues bien, el citado mediopensionista era el típico hombre de edad avanzada con mucho tiempo libre y muy poca vergüenza que no duda en comentarte sus impresiones acerca de un tema sobre el que no le has pedido opinión.
Dado que escuchar conversaciones ajenas a una cierta distancia es un gran ejercicio de audición (sí, si alguna vez intento enterarme de algo que no me incumbe no es porque sea un cotilla, sino por mero ejercicio músico-sensorial) sintonicé mis oídos en dirección a la minitertulia y pude escuchar lo siguiente: "... y te digo una cosa: que a José Antonio lo mataron por guapo, porque se llevaba a todas las mozas con su labia y le tenían envidia... y que conste que yo no soy de partido ninguno."... yo no soy de partido ninguno... esta es la frase que retrata a una de las tribus urbanas más peculiares de España por lo autóctono y carpetovetónico de la misma: los nostálgicos del franquismo.
¡Ojo! No hay que confundir a los nostálgicos del franquismo con otros grupúsculos como los skinheads (los que te fockan y te parten la boca si no eres como ellos, esto es, si tienes estudios) o los neocon (niños bien con polos rosas anudados al cuello y flequillazo).
No, para ser un nostálgico como Dios manda la condición primera es haber vivido el franquismo (obvio, no se puede ser nostálgico de algo que no has vivido) y la segunda es considerarlo "un periodo de extraordinaria placidez" (Mayor Oreja dixit) hasta el punto de repetir hasta la saciedad los otros hits de esta tribu:
- Con Franco se vivía mejor.
- Si Franco levantara la cabeza.
- Esto con Franco no pasaba.
- Como ahora ya vale todo.
Creo que ahora ya se os viene a todos la imagen de un abuelo, tío o vecino que podríais identificar como nostálgico. Suele ser bastante común además que el tío nostálgico sea además el tío gracioso con el que todo el mundo se parte la ñocla en bodas, cumpleaños y demás acontecimientos familiares. Todavía no he logrado descubrir el porqué de esa relación, pero suele ser así, se ve que con Franco se reía mejor.
Lo que sí me ha quedado claro intentando documentarme para este artículo es que las democracias tienen una preocupación nula por la estética y la imagen. Mucha libertad de creación para luego levantar obras clónicas que en nada destacan unas sobre otras.
Ayer mismo murió el dictador libio Gaddafi. Ese hombre que fue enemigo, amigo y enemigo de occidente y que acostumbraba a plantar su jaima en las residencias de los mismos presidentes que después le bombardearon (eso sí que es una traición y no la de Figo).
Todos los colectivos parecen haberse alegrado de la noticia salvo uno, los fashionistas, que pierden a uno de sus máximos exponentes casi a la altura de Lady Gaga. Valga como muestra el siguiente reportaje gráfico de la revista Time.
http://www.time.com/time/photogallery/0,29307,2055860,00.html
Y si Gaddafi y sus modelitos imposibles son buena muestra de la preocupación por la imagen de las dictaduras no se quedan atrás los siguientes:
- Kim Jong Il: amante de las permanentes a lo Almodóvar y las alzas a lo Tom Cruise, promotor de autopistas de 5 carriles en un país sin coches y fanático de los desfiles militares multimillonarios (antecedente claro de la moda de los flashmobs).
- Adolf Hitler: qué decir que no se haya dicho ya. Montó unos Juegos Olímpicos a mayor gloria del Reich donde no se seleccionó a los atletas alemanes por sus marcas sino por su semejanza al ideal ario. Curioso, viniendo de un tipejo austriaco, moreno y bajito.
- Nicolae Ceaucescu: estrenó 9000 trajes a lo largo de su dictadura. Y es que ya sabéis: ¡ponte traje!.
Y la lista es interminable, pero volvamos a nuestro dictador patrio, Francisco Franco.
Se ha calificado el estilo franquista de austero y sencillo, pero eso se debe a que en aquellos tiempos las revistas de moda y decoración estaban prohíbidas por ser cosa de invertidos. Sugiero que con la revisión de la Memoria Histórica se le dé a su estilo una vuelta de tuerca y se le denomine "preminimalismo" o algo así.
Porque Franco, como todo dictador que se precie era un abnegado patriota que dedicaba todo su tiempo a servir al pueblo, pero eso no era óbice para preocuparse por la imagen que su régimen proyectaba y dejar un legado para que los nostálgicos pudieran venerarlo con posterioridad.
Ya durante la guerra marca tendencia y se erige en precursor del Photoshop con su entrevista con Hitler en Hendaya. He aquí los documentos:
Foto 1: Franco, junto a Hitler, con los ojos cerrados
Foto 2: misma foto. Franco con los ojos abiertos (¿copy-paste?, ¿tampón de clonar?)
Foto 3: Franco no sólo ha abierto los ojos, además ha crecido y ahora es tan alto (bueno, eso de tan alto: 1,72) como Hitler.
Marcó así el camino para otros grandes maestros del retoque fotográfico como Ana Rosa Quintana o la Reína Sofía.
Pero el campo artístico donde el generalísimo dejó mayor huella fue sin duda la arquitectura. Al igual que se habla de los puentes de Calatrava o los museos de Gehry, los libros de arquitectura deberían contener un capítulo dedicado a los pantanos de Franco.
El caudillo, al más puro estilo Steve Jobs, se adelantó a las necesidades de los españoles y en un alarde de ingenio aunó estética y funcionalidad en mastodónticas presas que poblaron los campos ibéricos y dieron y dan de beber a toda la nación.
Pero Franco no se contentó con eso. Necesitaba una obra más personal donde dar rienda suelta a su creatividad y de paso enterrar a José Antonio, al que habían matado por guapo en Alicante durante la guerra.
Y es en ese momento cuando Franco decidió crear su gran obra maestra, un monumento más extenso que Siberia y más alto que los hermanos Gasol uno encima del otro: el Valle de los Caídos.
Sólo había un problema, necesitaba artistas que pudieran plasmar en piedra las grandes ideas que el caudillo tenía en mente y ya se sabe, los artistas siempre han sido un poco rojos pero el caudillo en gran expresión de magnanimidad no dudó en recolectar a los mejores aunque tuvieran el carné del PSOE todavía rodando por los cajones.
¿Para cuando una rave en la explanada del Valle de los Caídos?
Cabe destacar como curiosidad que la magnitud de esta construcción fue tal que resultó ser mayor que El Vaticano lo cual no agradó al Papa de la época (que no era Razinger, que por aquella época estaba en Juventudes Hitlerianas) y hubo de tirarse un muro que dividiera el monumento en dos.
A estas alturas de artículo alguno estaréis pensando "Juanjo, has dicho mil y una tonterías pero todavía no has opinado nada sobre el legado franquista y qué se debe hacer al respecto."
Bueno, pues la verdad es que es algo que me da bastante igual. El mal ya está hecho y se debe resarcir a las víctimas del régimen franquista como en su día Franco rindió honores a las de la represión republicana (algún día contaré la historia de mi familia, sólo decir que el nombre de algún antepasado está en una cruz de los caídos junto al de José Antonio. Y no, José Antonio no era de mi pueblo ni de ninguno de los otros 8000 donde figura su nombre).
Es más, creo que estás líneas de "God save the queen" de los Sex Pistols son muy acertadas al respecto:
God save the queen
'cos tourists are money
Sex Pistols
Si hay hordas de turistas japoneses y americanos que están dispuestos a pagar por ver los vestigios del franquismo a mi no me molestan para nada.
Y para cerrar el tema del franquismo, sus nostálgicos y las excentricidades de los dictadores os dejo un vídeo del personaje que más partido ha sacado a todo esto, el que se ha autodenominado el facha nº 1 de España: Juan Navarro, dueño de Casa Pepe en Despeñaperros.
Y hablo de él como personaje, porque sin duda me parece que todo en él y en su bar es puro márketing e imagen de marca (y eso que al tipo en cuestión no se le ve pinta de haber pasado por ninguna Escuela de Publicidad). No dudéis que cuando pase por ese bar escribiré una nueva entrega de Guía Juanjsa.
Esto es todo por hoy. Cierro con esto la segunda parte de "Política, toros y mediopensionistas." En la última entrega hablaré de la política del pueblo de mis padres ahora que ya conocéis los elementos que deciden el voto por esos lares.
Un saludo.







