Se trata de las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos, o mejor dicho, a la presidencia del mundo, porque lo que salga de las urnas yankis el próximo martes marcará el devenir del World Order en los próximos 4 años.
Estados Unidos es un país federal donde cada uno de los diferentes Estados decide sus propias leyes salvo en tres materias clave: economía, política exterior y defensa. Tres asuntos que repercuten en el resto de la Tierra y cuya última palabra sale siempre de boca del Comandante en jefe de la Casa Blanca (la de Washington, no la de Concha Espina).
No son pocos los puntos calientes que se dibujan en el mapa global: el crecimiento desbocado del gigante chino, las guerras civiles en Oriente Medio, el resquebrajamiento de la Unión Europea... y la posición de la administración norteamericana será decísiva para dererminar el camino a tomar.
Por tanto el perfil político del candidato triunfador es clave.
A diferencia de Europa, en Estados Unidos no puede hablarse de izquierdas o derechas. En la cuna del capitalismo contemporáneo, un candidato no puede presentarse a sí mismo como socialista si no quiere ser acusado inmediatamente de antipatriota, bolchevique o quiénsabequé.
Las diferencias entre ambos partidos son cuestiones de convicción personal más que de líneas ideológicas o referentes políticos.
Así podemos ver cómo con frecuencia miembros de un partido votan en contra de sus propias propuestas o a favor de las del contrario. Valga como ejemplo la posición del alcalde de Nueva York, independiente de tendencia conservadora, que ha pedido el voto para Obama.
Para que os hagáis un idea:
http://en.wikipedia.org/wiki/Political_parties_in_the_United_States
Otro hecho a tener en cuenta es el sistema electoral. Si el reparto de escaños en el Congreso español ya fue motivo de debate en el artículo que publiqué al respecto, el de Estados Unidos es aún peor.
Básicamente, se reduce en que el partido que obtiene mayor número de votos en un Estado gana todos los compromisarios de ese Estado.
De esta manera podría darse el siguiente caso. Imagínemos tres Estados de igual tamaño con el mismo número de votantes, un millón por ejemplo y que los votos se reparten de la siguiente manera:
| Votos | Partido A | Partido B | Ganador |
| Estado 1 | 1000000 | 0 | A |
| Estado 2 | 400000 | 600000 | B |
| Estado 3 | 400000 | 600000 | B |
| Total | 1800000 | 1200000 |
El partido A obtendría 1 compromisario con 1,8 millones de votos mientras que el partido B se llevaría 2 con tan sólo 1,2 millones.
Este sistema fue el que dio la victoria en 2000 al ínfame George W. Bush pese a haber conseguido menos votos que su rival, el vicepresidente Al Gore.
No os voy a decir que Gore fuese un hombre mágico del país feliz de la casa de gominola de la calle de la piruleta que hiciese feliz a la gente (Homer Simpson dixit) pero para ser menos malo que Bush Junior bastaría con haber emprendido menos de dos guerras.
Ni qué decir tiene que este sistema excluye por completo a terceros partidos de manera que el poder acaba siempre en las mismas manos, ¿las demócratas? ¿las de los republicanos? No, las de los mercados.
El siguiente punto clave de la democracia norteamericana es la financiación de los partidos. Como consecuencia del capitalismo de base, las campañas electorales no provienen de los fondos públicos asignados a cada partido sino de las donaciones particulares. ¿Y quién realiza las mayores donaciones? Las grandes empresas.
Podría pensarse que esta estrategia de publicidad puede ser mala ya que asociar a tu marca con uno u otro partido perjudica a tu imagen (Recuérdese la que se ha montado en España porque el dueño de Nutrexpa, fabricante de ColaCao se manifestó a favor de la independencia de Cataluña). Pero ahí está el truco. Las compañías financian a ambos partidos de tal manera que gane quien gane siempre deberá un favor a esa marca.
Así, podrás votar a Romney, podrás votar a Obama, pero el ganador siempre será General Motors, Exxon Mobile o AT&T.
Y ya mencionados los contendientes de 2012 es momento de describirlos en breves líneas. ¿Quiénes son los personajes que aspiran a ser la cabeza visible del planeta Tierra de aquí a 4 años?
Mitt Romney
El candidato republicano y mormón presenta como su principal aval su riqueza. Algunos, entre los cuales me incluyo, nos seguimos preguntando qué tiene que ver tener una gran fortuna con ser un buen gobernante. Pero es algo que ha funcionado desde los albores de la democracia y que tiene su mayor exponente en el ahora malgrado Berlusconi.
El hombre de negocios que goza del éxito empresarial es una especie de ídolo para el ciudadano de a pie, que se rige por el pensamiento: si este tipo se ha hecho rico y yo no, será por algo.
Curiosamente la misma estrategia que perseguía el PP en 2008 con Manuel Pizarro, al que se presentó como un as de las finanzas por haber hecho ganar unos buenos dividendos a los accionistas de Gas Natural con el tema de la OPA.
Curiosamente la misma estrategia que perseguía el PP en 2008 con Manuel Pizarro, al que se presentó como un as de las finanzas por haber hecho ganar unos buenos dividendos a los accionistas de Gas Natural con el tema de la OPA.
Million Dollar Mitt: "Votadme. Ya soy rico, no tengo necesidad de robaros."
Así, Romney se presenta como el defensor del americano blanco de clase media-alta que se tira diariamente 8 horas en un trabajo rutinario y nada motivante para que su mujer y sus hijos gocen de una bonita casa en un barrio residencial y puedan ir a una universidad de cierto prestigio. El americano blanco que se siente agraviado cuando se aprueban nuevos derechos para ese "47% de personas que no pagan impuestos en América" (en palabras de Romney) y que como oí en cierta ocasión no está dispuesto a pagar impuestos para que operen a una persona que ni conoce.
Se trata pues del clásico "España para los españoles" que exhiben todos los nacionalistas ya sean españoles, catalanes, argentinos o americanos.
Y hablando de España, ése ha sido otro de sus grandes argumentos en campaña. Al igual que hiciera Sarkozy en Francia, el punto angular de sus propuestas económicas es amenazar a los electores con la frase "¿Queréis acabar como España?".
Y qué decir de su partenaire de campaña, Paul Ryan. Huérfano de rico, instrumento de partido desde su juventud (a lo Leire Pajín, pero con estudios) y adicto a los gimnasios y las proteínas.
Un millonario y un cachas. Si todos los votantes fuesen como los protagonistas de Jersey Shore, esta dupla sería imbatible.
Barack Obama
Pasamos ahora al lado democráta y nos encontramos como aspirante a la reelección a Barack Hussein Obama o, como a mí me gusta llamarlo, el Guti de la política, la eterna promesa que nunca se materializa en nada.
El hombre que parecía que iba a acabar con la pobreza en su país, que iba a acabar con la inmigración ilegal, que iba a resolver el conflicto palestino-israelí, que iba a zanjar los conflictos de Oriente Medio, que iba a escuchar y cooperar con la comunidad internacional, que iba a cumplir los protocolos medioambientales... en fin, todas aquellas cosas por las que se le dio el Premio Nobel de la Paz, ése que podríamos considerar como el primer Premio Nobel preventivo, esto es, un premio no por las cosas que había hecho sino por las que podía hacer.
¿Y cuántas hizo? Ninguna. Aunque mejor que no haga nada a que haga lo que hacía su antecesor en el cargo.
El único proyecto que empezó fue el de la reforma sanitaria que nunca se llegó a aprobar.
Cabe destacar en su haber la ejecución de Bin Laden, lo cual vuelve a rechinar con el premio Nobel de la Paz que se le concedió en 2009.
No obstante, su maquinaria propagandística sigue bien engrasada y su horda de artistas ha vuelto a hacer campaña por él. Estrategia realmente efectista, sobre todo si te rodeas de buenos artistas y no de la panda de titiriteros y excomunistas vendidos que rodeaban a ZP.
Y hablando de España, ése ha sido otro de sus grandes argumentos en campaña. Al igual que hiciera Sarkozy en Francia, el punto angular de sus propuestas económicas es amenazar a los electores con la frase "¿Queréis acabar como España?".
Las madres ya no asustan a sus hijos con el hombre del saco, lo han sustituido por la economía española
Y qué decir de su partenaire de campaña, Paul Ryan. Huérfano de rico, instrumento de partido desde su juventud (a lo Leire Pajín, pero con estudios) y adicto a los gimnasios y las proteínas.
Un millonario y un cachas. Si todos los votantes fuesen como los protagonistas de Jersey Shore, esta dupla sería imbatible.
Barack Obama
Pasamos ahora al lado democráta y nos encontramos como aspirante a la reelección a Barack Hussein Obama o, como a mí me gusta llamarlo, el Guti de la política, la eterna promesa que nunca se materializa en nada.
El hombre que parecía que iba a acabar con la pobreza en su país, que iba a acabar con la inmigración ilegal, que iba a resolver el conflicto palestino-israelí, que iba a zanjar los conflictos de Oriente Medio, que iba a escuchar y cooperar con la comunidad internacional, que iba a cumplir los protocolos medioambientales... en fin, todas aquellas cosas por las que se le dio el Premio Nobel de la Paz, ése que podríamos considerar como el primer Premio Nobel preventivo, esto es, un premio no por las cosas que había hecho sino por las que podía hacer.
¿Y cuántas hizo? Ninguna. Aunque mejor que no haga nada a que haga lo que hacía su antecesor en el cargo.
El único proyecto que empezó fue el de la reforma sanitaria que nunca se llegó a aprobar.
Cabe destacar en su haber la ejecución de Bin Laden, lo cual vuelve a rechinar con el premio Nobel de la Paz que se le concedió en 2009.
No obstante, su maquinaria propagandística sigue bien engrasada y su horda de artistas ha vuelto a hacer campaña por él. Estrategia realmente efectista, sobre todo si te rodeas de buenos artistas y no de la panda de titiriteros y excomunistas vendidos que rodeaban a ZP.
Por tanto, parece que las opciones disponibles no van a cambiar mucho el panorama internacional y que Estados Unidos intentará seguir imponiendo su imperialismo sobre el resto de culturas. Más ahora, que el sistema de bienestar social promovido por la Unión Europea (otro Premio Nobel de la Paz bastante discutible) implosiona y amenaza con colapsarse de un momento a otro, lo que conducirá a que Estados se postule a sí mismo como el garante del concepto occidental de libertad frente al neocomunismo chino y el derrocamiento de los dictadores árabes que abre las puertas para que los islamistas radicales accedan al poder.
¿Y qué presidente será el adecuado para llevar a cabo tal propósito? Uno que hará lo que le dé la gana sin tener en cuenta a los demás países o uno que pedirá opinión pero hará lo que le dé la gana igualmente. ¿Quién sabe? Lo único que parece altamente probable es que pasemos del "Yes, we can" al "No, you couldn't" y todas las perspectivas de cambio y mejora que nos vendieron en 2008 pasarán definitivamente al olvido.

