Dos han sido las noticias que me mueven a dedicar una entrada al sempiterno y nunca resuelto conflicto euskaldún.
En primer lugar y desde lo puramente anecdótico me ha llamado la atención la última novedad de Counter Strike.
Para la generación que vimos el hundimiento de los recreativos de toda la vida y el ascenso de los cybercafés, Counter Strike fue durante una época de nuestra vida poco menos que una religión a la que rendíamos culto semanalmente.
Pues bien, los señores de Valve Corporation (desarrolladores del juego) sacan una nueva entrega en la que además de los clásicos SAS o GSG-9 te puedes poner en la piel de una facción terrorista a la que han llamado "separatistas" y cuyo uniforme consiste en capucha blanca y txapela. Creo que no hace falta ser excesivamente observador para apreciar las coincidencias entre estas dos imágenes.
Encuentra las 7 diferencias
Este hecho ha provocado mil y una reacciones y la pregunta que subyace a todo esto es: ¿estamos preparados para que se dé una dimensión tan banal a un conflicto que todavía sigue sangrante y sus elementos se conviertan en parte de la cultura pop?
Cuando unos señores deciden hacer negocio de cosas como esta, uno no puede evitar pensar en qué sentirán las familias de los más de 800 muertos a manos de ETA, las familias desplazadas de Euskadi por las amenazas de su entorno, los empresarios extorsionados con el impuesto revolucionario y tantas otras víctimas derivadas de la situación sociopolítica en que vive inmerso el País Vasco.
Sin embargo, a lo largo de la historia hemos visto cómo los grandes conflictos armados han servido de inspiración para novelas, pinturas, películas, canciones... en ocasiones de alto valor estético y/o moral.
Así ha sucedido por ejemplo con el nazismo. La época más oscura de la historia contemporánea y cuya exaltación está fuertemente perseguida por la legislación alemana no deja de producir anualmente expresiones artísticas varias cuando muchos de los criminales de la época aún andan sueltos y paseándose impunemente en bañador y sandalias (con calcetín blanco, por supuesto) por la costa levantina.
El revisionismo histórico está impreso en la genética del ser humano y seguramente de aquí a un tiempo el conflicto vasco podrá ser abordado desde un punto de vista menos visceral y juzgado de manera más objetiva (en la medida de lo posible) por los eruditos de la Historiografía, porque ¿cómo quedará reflejado el terrorismo de ETA en los futuros libros de Historia?.
Esto nos conduce al segundo hecho de interés de la semana: la huelga de hambre de los presos de ETA.
Como si de nuevos Mahatma Gandhi se tratasen, decenas de presos han decidido secundar la huelga de hambre del etarra Uribetxeberría en pro de su excarcelación apelando a su estado terminal. Resulta paradójico que pida tal concesión alguien que asesinó y secuestró durante años. Cobra más validez que nunca el refrán de que "quien a hierro mata, a hierro muere".
No obstante, no es la primera huelga de hambre que se da en el entorno etarra. Basta recordar la protagonizada por De Juana Chaos.
Corría el año 2006, "España iba bien" y la huelga de este personaje llenaba más horas de radio y televisión que las ruedas de prensa de Mourinho. El escuadrón neocon de las sombras apoyaba sin fisuras a Rajoy y no dudaba en lanzar el terrorismo (el único tema donde el bipartito PPSOE estaba oficialmente en la misma posición) como arma arrojadiza contra el malvado Zapatero.
Tras todas estas huelgas, la misma cuestión: ¿qué tratamiento etimológico merecen los presos de ETA? y esta pregunta nos conduce al meollo del artículo.
En los últimos años el panorama de Euskadi está cambiando. ETA ha sido descabezada una y otra vez, los pueblos abertzales han dejado de ser el refugio de terroristas que fueron durante 40 años, el PNV ha perdido la hegemonía en el gobierno vasco y hemos asistido al nombramiento del primer lehendakari no nacionalista y, sobre todo, el primer lehendakari indie: Paxi López.
Todo ha cambiado. Todo menos Otegi, el hombre cuyo lema corporativo podría ser "trolleando al Estado Español desde 1977" presume de compartir con Jordi Hurtado el secreto de la eterna juventud.
Ligerezas aparte, lo cierto es que se están produciendo movimientos interesantes en ese tablero de ajedrez que es la política vasca.
ETA ha dejado las armas, pero incomprensiblemente no se ha disuelto. Imagino que después de cosas como la del Counter Strike, sus planes futuros pasan por convertirse en asociación cultural y cobrar derechos de imagen por aparecer en documentales, películas o hasta en el telediario.
Por su parte, la izquierda abertzale ha visto legalizado su brazo político pero tampoco ha dado el paso definitivo: condenar la violencia etarra. ¿Por qué?
En el estertor del aparato militar de ETA está en juego su posicionamiento en la Historia y es eso precisamente lo que impide a sus partidarios condenar y pedir perdón por todo el daño cometido durante años. Mucha gente se pregunta si cuesta tanto pronunciar ese perdón, aunque fuese falso y sólo de cara a a la galería. Pues supone mucho más que la sola palabra, supone el legado del conflicto.
El conflicto vasco se percibe desde el bando abertzale como una guerra contra el Estado Español. Y ellos perciben que,como en cualquier guerra, el final supone el abandono de los territorios ocupados (la Euskal Herria que ellos reivindican) y la liberación de los prisioneros de guerra (los presos de ETA).
Es por este motivo que pedir perdón supondría el reconocimiento de la derrota a manos de las fuerzas de seguridad del Estado.
Por su parte, las autoridades democráticas tratan a ETA y sus miembros como lo que son: asesinos, secuestradores, chantajistas, extorsionadores... en definitiva, mafiosos y criminales. Ycomo tales, deben cumplir integramente las penas que marca la legislación española.
Lo que los medios han dado en llamar "el proceso de paz" está todavía en pañales y los próximos meses se antojan movidos.
Hoy mismo, el líder popular Antonio Basagoiti ha reclamado el adelanto de las elecciones vascas. Unas elecciones que atisban un resultado incierto.
La legalización de Bildu/Amaiur parece asegurar el fin del bipartito centralista, lo que lleva a algunos sectores a preguntarse si en el fondo el entorno proetarra ha conseguido sus objetivos y tiene ahora más poder del que ha conseguido con el uso de las armas.
El gran damnificado será el PSE que ya perdió en las municipales de 2011 muchos de los ayuntamientos que regía como el de San Sebastián.
El PP parece que aguantará su fuerza en Álava pero su escaso apoyo en Vizcaya y Guipúzcoa lo relegará al cuarto puesto.
Así pues, la pelota quedrá en el tejado del PNV, que presumiblemente ganará en Vizcaya.
El factor sorpresa reside en el mundo abertzale. Ya gobiernan en Guipúzcoa y ser el partido más votado no parece un 100 % imposible.
Lo más probable es que el PNV deba decidir si gobernar en minoría o con el apoyo de Bildu, pero ¡ojo! este no será un apoyo como el de HB con los diputados justos, este será un apoyo para repartirse el pastel al 50:50 y en el que exijan cosas a cambio, con lo que la amenaza al estado de las autonomías sobrevuela en el horizonte (uf, eso ha sonado muy catastrofista, digno de Intereconomía).
¿Por qué no se presenta Toquero a lehendakari y todos contentos?
Estos previsibles efectos secundarios del cese de la violencia armada tornan un proceso que podía ser esperanzador e ilusionante en algo que llena de inquietud e incertidumbre la política española.
Ya se sabe, a perro flaco todo se le vuelven pulgas, y es posible que en unos meses la crisis económica no sea lo único que pueble los noticiarios...


